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Foto del escritorKarla Josefina Vázquez Rodríguez

5 señales de que la cultura de la dieta está afectando tu bienestar

En mi anterior entrada de blog definimos y analizamos 15 formas para identificar la cultura de la dieta, pero ¿Cómo saber si me está afectando a nivel mental, emocional y físico?. A continuación te menciono 5 señales o red flags



1.- Anotas y cuentas todo lo que comes.


Te sabes las calorías de gran parte de los alimentos, utilizas aplicaciones para anotar lo que comes, las cantidades que eliges NO son con base a lo que necesitas en el momento presente, sino que depende de las calorías que te planteaste (o plantearon) como las adecuadas. Revisas las calorías de todo lo que consumes.


Pasarte de lo planificado generan culpa y vergüenza. Si te pasas recurres a conductas compensatorias como comer menos al día siguiente, te saltas la siguiente comida sin importar si tienes hambre o no, haces más ejercicio para quemar lo consumido, ayunas, eliges solo fruta o verdura o técnicas para "engañar el hambre".


2.- Gran parte de tu día piensas en comida.


Una mente hambrienta es una mente que gran parte de su día está pensando que comerá en el siguiente tiempo de comida. Tomas gran parte de tu día planificando tus comidas e incluso llegas a soñar con ella. Además, sueles pasar de restringirte a atracarte (comer de más y sentir que no puedes parar).


Sueles estar muy al pendiente de lo que las personas a tu alrededor comen, lo que agregan y lo que evitan, comparas tus porciones con las de ellos.


Por otro lado, sueles clasificar los días como buenos o malos dependiendo de lo que comes, si únicamente consumiste alimentos seguros y permitidos, es un día bueno. Por el contrario, si consumiste alimentos que clasificas como no seguros, inadecuado, altos en calorías, etc., consideras que fue un día malo.


3.- Piensas que si no estás a dieta nunca pararías de comer.


Perdiste la confianza en tu cuerpo y crees que debe estar en constante control, ya no identificas cuando tienes hambre y saciedad, estás en modo automático. Los periodos en los que rompes la restricción sientes que no puedes parar, esta situación te genera mucha vergüenza e inmediatamente corres a "enmendar tu error" restringiéndote más.


Además, llega un punto en el que ya no sabes ni que comer, porque has clasificado los alimentos como buenos si los consumiste en un periodo en el que perdiste peso y malos si los consumiste cuando subiste de peso.


4.- La báscula manda en tu vida.


La báscula indica si estás comiendo bien (no tu nivel de energía o digestión por ejemplo), cuando te gusta lo que marca sientes un subidón de energía y seudomotivación (puedes llegar a premiarte con comida), pero cuando no te gusta lo que marca piensas que no hiciste suficiente, dudas de lo que comiste, cambia tu estado de ánimo, cambias tus planes, prefieres no salir, te deprimes o piensas que hay algo malo en ti. La báscula determina como comerás ese día


5.- La culpa y la ansiedad es una constante en tu vida.


Perdiste el placer por comer y cuando llegas a experimentarlo viene acompañado de un sabor amargo "porque no deberías estar comiendo esto". Aunque elijas alimentos que te gustan, no los disfrutas. A veces llegas al punto de no querer salir a un evento social para no "descontrolarte" o llevas tu comida aparte.

Sientes que la comida es un problema a resolver, no una actividad de autocuidado y disfrute. El prohibirte alimentos hace que los desees más, provocándote ansiedad. Vives el síndrome de la última cena "aprovecho cuando puedes".


No conectas con tus antojos, sueles vivir condicionado para cuando hay permiso (cheat meal por ejemplo).


Además, cabe mencionar que hay un incremento en la preocupación por la imagen corporal que va de la mano con una insatisfacción de la misma. Y esto hace que muchas de tus conversaciones giren en torno al cuerpo, el peso y la comida, o aunque no lo saques a la plática estás muy al pendiente de como se ve los cuerpos que te rodean, sobre todo prestas más atención en esas zonas que a ti te causan mayor conflicto en tu cuerpo.





¿Qué puedo hacer?

  1. Haz un detox de redes sociales que alimenten tu mentalidad de dieta.

  2. Busca una comunidad o espacio seguro en donde puedas compartir lo que te está sucediendo.

  3. Trabaja tu imagen corporal en terapia. Recuerda que la imagen corporal no se sana en la báscula.

  4. Sigue a cuentas con cuerpos diversos y en donde veas tu cuerpo representado y gozando.

  5. Acércate a una nutrióloga con un enfoque no peso centrista que promueva alimentación intuitiva o consciente.

Si te interesa comenzar un acompañamiento para trabajar tu mentalidad de dieta, respeto y conexión corporal te recomiendo mi plan mejorando la relación con tu alimentación. Y te recuerdo que mereces paz y disfrute en torno a la comida sea cual sea tu tamaño, color y forma corporal.

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